De muy etílica cuna, los sick chilangos celebramos año con año una nefanda tradición que consiste en acabarse el hígado en el lapso comprendido entre la celebración de la virgencite de guadalupe y el día de reye. Así que todos chupan. Cada día. Sin tregua. Sin cansancio. Yo soy muy de poca resistencia por mi famélica complexión, y ayer [antier] noche tomé muchas y muy variadas bebidas, trasnoché hasta las seis de la madrugada y desperté a las dos y media de la tarde. 5,4,3,2,1... ¡PAS! Un dolor de cabeza explotó en el cuadrante comprendido por las orejas, la silla turca y los ojos de un servidor.
La mollera ya no me duele, pero eso sí, me hizo quedar descalificado al segundo día de la maratónica justa.
Loas a los sobrevivientes.
12.14.2005
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